MEMORIAS DEL GENERAL

BASILIO AUGUSTIN DÁVILA

Filipinas

pacto de Biac-na-bato

 

MEMORIAS

DE SU ESTANCIA EN FILIPINAS

MEMORIA DIRIGIDA AL EXCMO SR MINISTRO DE LA GUERRA DE LOS PRINCIPALES SUCESOS OCURRIDOS EN FILIPINAS Y SITIO DE MANILA DURANTE EL MANDO DEL TIENIENTE GENERAL D. BASILIO AUGUSTIN Y DAVILA NOMBRADO GOBERNADOR GENERAL CAPITAN GENERAL Y GENERAL EN JEFE DEL EJERCITO DEL ARCHIPIELAGO POR REALES DECRETOS DEL 4 DE MARZO DE 1898

ABRIL

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Al encargarme el 10 de Abril último del mando de este archipiélago, los recientes sucesos de Zambales y los ocurridos en las Visayas, antes de mi llegada, hacían presumir que la paz no estaba asegurada, ni el orden público era completo en estas islas. Efectivamente el día 15 tuve que dirigir a V.E.el siguiente cablegrama:


Al Ministro Guerra. Madrid. Manila 15 abril 98
El Movimiento que estalló en Cebu y salió a sofocar el Gral. Tejeiro antes de mi llegada, ha tenido eco en Isla Panay por los agentes tagalos enviados para insurreccionar las Visayas, lo cual agraba mucho situación, pues aquí en Luzón se van agitando también provincias antes tranquilas. Insurrectos han cortado línea telegráfica de la red en muchos kilómetros, incomunicándome con las capitales de aquellas islas. Gobernador Capaz me da cuenta han atacado Balete y Panay cortando telégrafo a Iloilo y por carecer de fuerzas sólo puede defender cabecera. Sale el vapor guerra “Austria” con una Compañía y raciones para Capiz, pues no dispongo de fuerzas en estas provincias. Cónsul Hong Kong me avisa han salido dos vapores comprados por Norte-Americanos despachados al perecer para Guajan (Marianas) ambos llevan armas.


Buque guerra ha salido vigilar costas para evitar desembarcos.
También he ordenado se extreme vigilancia por tierra. Noticias que recibo de conspirar mucho en Hong Kong y aquí, para nuevo y mayor movimiento insurreccional teniendo que atender Luzón y Visayas no será posible dominar con las fuerzas y elementos de que dispongo. Urge resuelva el Gobierno acerca esta situación que considero muy grave. Por cuestión económica ruego a V.E. dé conocimiento Ministro Ultramar.

En esta situación cuya gravedad y falta de elementos exponía ya al Gobierno y ante la probavilidad anunciada de una guerra o ruptura de hostilidades con los E.E.U.U. y por consiguiente que los Norte-Americanos intentasen un ataque contra Manila, toda vez que una de sus Escuadras se hallaba ya en Hong Kong, ordené el día 18 la reunión de una junta de Generales encargados de los diferentes servicios, con el fin de conocer los medios de defensa dispuestos o en preparación, tanto para las eventualidades que pudieran ocurrir como para proteger la Plaza y su Bahía, Cabite y el puerto de Subic.


En dicha junta celebrada bajo mi presencia, el Comandante General de Marina expuso que con arreglo al plan de defensa acordado en otra junta anterior convocada por este, de cuyas resoluciones y dictamen ya tiene V.E. conocimiento por la comunicación que le dirigió dicha autoridad con fecha 9 de Abril, se había trabajado activamente para el establecimiento de 6 baterías destinadas a defender las dos entradas de la bahía en los siguientes puntos.

Islote Fraile, Punta Restinga, Pulo Caballo, Corregidor, PuntaGorda, y Punta Lasisi, utilizando los cañones de los buques en reparación en Cavite a razón de 3 cañones en cada batería y algunos más en corregidor. Añadió que las obras para inutilizar la boca E. del Puerto de Subic estaban casi terminadas y se preparaba además una línea de torpedos para defender la entrada del O. quedando así cerrado dicho puerto en la medida de lo posible, dado los escasos recursos de que disponía. Manifestó también que el arsenal de Cavite estaba protegido por la batería de Punta Sangley y por los cañones del Crucero D. Antonio de Ulloa que estaba en obras en Cañacao y que respecto probable naval, no podía disponer más que de 4 barcos en condiciones muy deficientes.


El Gral. 2º Cabo dio cuenta de las instrucciones que tenía comunicadas a los Jefes de los Cuerpos tanto para evitar un desembarco como para la defensa de la línea exterior de blokaus que en una longitud de 15 km se construyó en los últimos días del mando de mi anterior y que protege débilmente por su excesivo desarrollo, en relación con la poca fuerza disponible y por la carencia de obras de enlace entre dichos fuertes, y los extendidos arrabales de esta Capital.


Los Comandantes Generales De Artillería e Ingenieros me informaron acerca de las baterías existentes y en construcción así como respecto a su escaso y deficiente artillado, en los términos detallados que figuran en el documento nº1 de los que acompañan a esta Memoria; y por último el Intendente Militar y el Inspector de Sanidad, manifestaron la falta de elementos con que contaban en los servicios a su cargo, para hacer frente a prolongadas y numerosas necesidades.


Tal era Excmo. Sr. El estado de esta plaza y sus condiciones de defensa, en el momento de romperse las hostilidades con los E.E.U.U., situación en la que si bien la falta de elementos para la lucha no consentían abrigar esperanzas de éxito en su eficacia; los telegramas de las autoridades de las provincias a los que había notificado la ruptura de las relaciones diplomáticas, acusaban unánimemente cierto entusiasmo a favor de España, que permitía confiar en la cooperación del elemento indígena y disponer por consiguiente del personal y de los recursos del país. Desgraciadamente ni aquel, ni estos han correspondido ni cooperado a mis gestiones y descelos.


Aunque la declaración oficial de la guerra no llegó a comunicárseme por el Gobierno, por más que se lo supliqué en telegrama de 19 de Abril al Ministro de Ultramar y la esperaba tuve que publicar el 25 el bando declarando el estado de guerra del que acompaño un ejemplar


El día 25 salió nuestra escuadra en virtud del plan anteriormente concertado, con dirección a Subic, donde se habían enviado 4 cañones de 15 cm, con que se contaba defender el Puerto y cuyo montaje así como la colocación de torpedos había quedado a cargo de la Marina, según consta en la citada comunicación del 8 de Abril.

Al llegar se enteró el Comandante Gral. De la Escuadra que la referida artillería tardaría aun, mes y medio en poder estar emplazada, por no hallarse terminadas las baterías. Que de los 14 torpedos disponibles, sólo se habían colocado 5 y se confiaba poco en su eficacia y estas noticias le decidieron, según me comunicó en oficio de 14 de Mayo que en copia acompaño a renunciar al plan primitivo, regresando sin conocimiento ni autorización mía a esta batería, para librar el combate al amparo de Cavite en cuyas aguas se llevó acabo el día 1º de Mayo quedando desgraciadamente destruida nuestra escuadra, a pesar de su enérgica resistencia y del fuego de la batería de Punta Sangley de aquella plaza y de las de ésta, mientras el enemigo estuvo a su alcance.

Terminado el combate naval los Norte-Americanos continuaron haciendo fuego sobre Cavite y su Arsenal y el Comandante Gral. De éste pidió parlamento para salvar las mujeres y niños que allí había, contestándole el Comodoro que siendo su único objeto destruir la Escuadra y el Arsenal, renunciaba a la plaza de Cavite y a ésta última dependencia Marítima, siempre que los restos de los barcos fuesen quemados y que no se hostilizase a los suyos por las baterías de bocagrande y bocachica al salir de la bahía. Este convenio fue puesto en conocimiento del Comandante Gral. De la  Escuadra, el cual le prestó su conformidad, si bien únicamente en lo relativo a que se quemasen los barcos, según hacer constar en su comunicación de 9 de Mayo relativa a estos hechos, de la cual acompaño copia nº4 quedando consignados en la nº3 los detalles del combate naval de que ya tiene V.E. noticias, tanto por mis telegramas de aquel día, cuanto porque el Comandante Gral. De la Escuadra ha dado directa y detalladamente cuanta de todos los incidentes referentes a las operaciones navales.

MAYO

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El mismo día 1 por la noche, vino a verme el cónsul Inglés que con carácter de representante de los intereses Americanos, por haberse hecho cargo de su Consulado, me dio conocimiento de 3 cartas suscritas de orden del Comodoro Norte-Americano, cuyas copias figuran con los nº 5, 6 y 7 , exigiéndome además de la entrega de todas las embarcaciones de guerra no apresadas, no se hiciese ningún disparo sobre su escuadra e invitándome a parlamentar, a lo cual contesté verbalmente a dicho Cónsul, no estaba dispuesto a entregar ni una lancha ni a enviar parlamentario alguno y que en el momento en que sus barcos rompieran las hostilidades, la plaza se defendería a todo trance, sin que me intimidaran sus amenazas de arrasarla.


Llamo la atención de V.E. respecto a que en un párrafo de las mencionadas cartas y cual un inciso de escasa importancia , se consigna el establecimiento del bloqueo, según carácter oficioso ha carecido de las formalidades propias a una declaración de tal importancia, confirmándome en esta creencia la circunstancia de que lo ignorasen también los Cónsules extranjeros, a los cuales comuniqué como contestación a las preguntas que me hicieron en este sentido, la forma en que me había sido notificado, para que le diesen el valor que a su juicio pudiera darles, según consta en la copia adjunta nº7 bis


El día 2 el Comandantes Gral. Del Arsenal de Cavite D. Enrique Sostoa según manifiesta en su comunicación dirigida al Comandante Gral. De la Escuadra, de la que se une copia nº 8 al notificar al Comodoro se habían quemado los barcos según sus deseos, recibió una nueva intimación de este, en la que le exigía el abandono del arsenal y de la plaza antes de las 12 del mismo día, saliendo las fuerzas sin armas y dando los Jefes y Oficiales su palabra de no hacerlas en lo sucesivo contra los EEUU Dicho Gral., dice conferenció con el Gral. Gobernador de Cavite, D. Leopoldo García Peña y que para obtener condiciones más ventajosas, se nombró una comisión de 2 Jefes, uno en representación de las fuerzas de tierra y otro de las de mar que visitasen al Comodoro.

A su vez el Gral. Peña en comunicaciones cuyas copias van unidas a esta memoria nº9 y 10 manifiesta quedó sorprendido de que se hubiese estipulado el desembarco de los Americanos en el Arsenal y que por este motivo encontrándose con el enemigo en tierra y al lado de sus fuerzas se vio obligado a pensar en evacuar la plaza; Como no se han podido aun instruir las diligencias ordenadas y necesarias para depurar la exactitud de los hechos ocurridos, tanto por hallarse en suspenso las actuaciones judiciales, a fin de utilizar por ser necesario todo el personal militar en la defensa de esta plaza y por estar prisionero el Gral. Peña, como por ser de la exclusiva competencia del Consejo Supremo de Guerra y Marina aquellos que se refieren a los hechos navales me limito a relatar el suceso en la forma que me es conocida.

De todos modos, estas noticias las supe bastante después de realizados los hechos a que se refieren, pero en vista del estado crítico que el día 2 reflejaban los telegramas de aquel Gral. Reuní el Consejo de Guerra de Generales para acordar sobre la solicitada evacuación de la plaza en caso de considerarlo necesario, pero antes de terminar el Consejo recibí un parte en que se me manifestaba que el Comodoro exigía para las 12 la entrega del Arsenal y de lo contrario arrasaría este y la población y aunque manifesté que pidiese prorroga de plazo para resolver, se cruzó mi telegrama con otro de aquella autoridad participándome que el Jefe Americano lo había ampliado para la evacuación hasta las 5 de la tarde y que él, en vista de la impotencia e inutilidad de la resistencia, reunida la Junta de Defensa, había acordado de conformidad con el dictamen de ésta, copia nº 11, evacuar la plaza; lo cual llevó a cabo aquella tarde inutilizando los cierres de los cañones emplazados recogiendo los fondos y el armamento portátil que estaba en el parque a cargo del ramo de guerra y 4 piezas de 8 cm. Que se arrastraron a brazo hasta San Francisco de Malabon, distribuyendo sus fuerzas en dos líneas, de manera que defendiesen en lo  posible las playas y costas de la ensenada de BacoLor y guardasen las comunicaciones con esta Capital, ocupando los pueblos de Naic, Santa Cruz, Rosario, Novelata, Cavite-Vejo, Baccor, Imus y San Francisco de Malabón donde se estableció el cuartel Gral.


En la misma tarde del día 2 se presentaron ante la Isla del Corregidor 2 buques de la escuadra Americana que intimaron la rendición al Coronel Jefe de aquellas baterías D. Maximiano Garcés y al Gobernador Político-militar D. Augusto Miranda, ambos pertenecientes a la Armada.

Estas baterías habían recibido, sin previa autorización mía, orden telegráfica directa del Comandante Gral. Del Arsenal de Cavite para no hacer fuego a los Barcos Americanos al salir de la bahía, arriesgándose así dicho Gral.

A dar por pactado un convenio que de existir, no fue respetado por los enemigos, puesto que en lugar de salir de bahía exigieron nuevas condiciones a él mismo, al día siguiente, cuando comunicó se habían quemado los barcos, según he tenido yo el honor de participar a V.E. De todos modos sea por esta causa, o por la de haberse concentrado la marinería que estaba en las baterías, es lo cierto, que los Norte-Americanos no fueron hostilizados al acercarse y que ambos Jefes pactaron a su vez con un representante del Comodoro las bases de capitulación consignadas en el acta de que se acompaña copia nº12; y cuyo contenido es por sí, mas elocuente que cuanto yo pudiera decir sobre el particular como apreciación de su conducta. Por mi parte mandé instruir las oportunas diligencias judiciales, que se hallan en suspenso por los motivos antes citados.


Ocupando ya el enemigo por completo la bahía, cortado el cable telegráfico con Hong-Kong y teniendo noticia de que la Escuadra Norte-Americana traía armas para fomentar la insurrección, comienza a ser muy crítico el estado del país y si desgraciadamente se confirmaban mis temores de que la presencia de algunos cabecillas cuya venida se anunciaba era esperada como señal de un alzamiento formidable, todo lo que tuve el honor de comunicarle a V.E. en mis cablegramas de los días 15,20,23,25 y 30 de Abril y 1, 2 y 3 de Mayo, transmitido por Borneo el último.


Para prevenir aquel y en vista de la autorización y orden de V.E. para armar voluntarios; y como remedio extremo y obligado por falta de tropas, aunque con gran desconfianza, decreté con fecha 4 de acuerdo con la Junta de Autoridades la organización de las Milicias Filipinas, en la forma que expresa la copia nº13, procurando que los mandos recayesen en las personas que ofrecían más garantía de éxito por su prestigio o influencia con los indígenas, con la esperanza de que alagada así su vanidad personal, propia del indio y satisfechas las tendencias autonomistas de algunos, creando la Asamblea Consultiva de Filipinas copia nº13, se retarían muchos elementos a la insurrección y que divididos unos y otros, la Soberanía de España fuese defendida principalmente por los mismos Insulares, esperanza que se confirmó en aquellos días, por lo que participé al Ministro de Ultramar con fecha 6 el favorable efecto producido por dichas resoluciones permitiéndome la rapidez con que las Milicias se organizaron, disponer por lo pronto de algunas tropas más si permanecían leales, para hacer frente a las circunstancias.

Verdaderamente parecía que la mayor parte de la población Indígena, alarmada ante la idea de que los Americanos tan opuestos a ellos por Religión, Ideas y Costumbres, llegasen a dominarla, se apercibía a la defensa con energía y buena prueba de ello eran las presentaciones y repetidas ofertas de cabecillas, a la sazón algunos en armas, para emplear estas en la defensa de Filipinas Española. De Visayas con quien tuve comunicación hasta el 23 en que fue cortado el cable, se recibieron noticias acusando relativa tranquilidad, e influido por éstas circunstancias favorables telegrafié a V.E. el día 20 haciéndome eco del estado aparente del país, aunque siempre consideraba peligroso facilitarles armas como manifesté a V.E.


Hubo que lamentar en aquellos días, la entrega al enemigo del Cañonero Callao, que procedente de la isla Paragua e ignorando por lo visto, todo lo ocurrido, entró en bahía el 12 sin precaución alguna y se dirigió a Cavite teniendo que arriar su bandera ante las intimaciones de los Norte-Americanos y al propio tiempo me avisó el Gral. Peña, se decía había desembarcado en Cavite Emilio Aguinaldo y que los Americanos esperaban refuerzos, lo que participé a V.E. el 22, indicándole ya mis temores respecto a las consecuencias que éstos sucesos permitían prever.


El 23 se confirmó la llegada de Aguinaldo y el desembarco de armas con destino a los insurrectos, en vista de lo cual dispuse el envío de fuerzas de Ingenieros, para atrincherar la línea del rio Zapote, cuya defensa se hallaba a cargo del tercio de voluntarios “anda-salazar” mandados por D. Felipe Buencamino, el que me pidió autorización para ir particularmente a conferenciar con Emilio Aguinaldo con objeto de hacerle desistir de su propósito, pero en lugar de regresar, se quedó en Cavite nuevo, como prisionero, publicando luego manifiestos hasta injuriosos para España.

En vista de estos hechos y circunstancias envié personas de confianza a la provincia de Cavite para que se avistasen con los cabecillas Mariano Frías, Artemio Recarte, Baldomero Aguinaldo y otros, los cuales habían hecho favorables y decididas promesas de lealtad y adhesión a España y siendo éstas reiteradas públicamente, a petición del Gobernador Militar se remitieron 800 fusiles para armar las Milicias mandadas por los dos primeros, de cuya lealtad no parecía haber ya duda alguna, según el mismo Gral. Peña.


Confidencias posteriores, según mi telegrama del 25 de Mayo, acusaban que Aguinaldo había dirigido al país un manifiesto o circular, nº18 señalando el día 31 para un alzamiento general y que entre el Comodoro y él se había suscrito un convenio por virtud del cual, mediante el pago durante 90 años de un canon a los EEUU éstos se obligaban a prestar su ayuda a los indios para conquistar su Independencia


La llegada del cabecilla Aguinaldo y su influencia personal cambió visiblemente y por completo el buen espíritu que había logrado propagar en el país con las medidas y decretos publicados, que dieron por resultado se me presentasen aún cabecillas ocultos y retraídos haciendo protestas de lealtad y ofreciéndose a defender España contra el enemigo común, pero sea efecto de la volubilidad, del carácter especial de éstos indígenas, de la influencia que sobre muchos ejerce el nombre de Aguinaldo, o de que no había transcurrido tiempo suficiente para tomar consistencia y arraigo las medidas adoptadas por mi, que tanto satisficieron al país, hasta el punto de que los mismos insurrectos las elogiaban lamentando hubiese llegado tarde al mando de este Archipiélago, pues de venir 6 meses antes, no hubiera habido lanzamiento, pero ahora, este era potente y mis medidas se hallaban aún en embrión sin sólida base y garantía para el astuto, desconfiado e impresionable indígena que desconoce los sentimientos de hidalguía, nobleza y fe jurada siendo lo cierto que desde el día del desembarco de Aguinaldo y estimulados por la victoria de los Americanos todas las noticias acusaban ya según comuniqué a V.E. el 25 la organización de nuevas partidas insurrectas y los temores de que se cumpliese el anuncio de un alzamiento general, pues desde Cavite y atravesando la bahía con la protección de los Americanos, hicieron en varios puntos desembarcos de armas que introdujeron en las provincias calculándose actualmente en unas 30.000 las que tienen de fuego, con las cogidas a nuestras tropas prisioneras y las facilitadas a las Milicias y Voluntarios que se han pasado al enemigo de los cuerpos indígenas.


Sin esperar el día 31 señalado para el alzamiento y como consecuencia de haber sido copada por el enemigo el día 27 una columna de dos compañías mandada por el comandante de Infantería de Marina D. Fulgencio Pazos que fue víctima en aquella provincia de una emboscada, se decidió el enemigo a atacar Inues el 28 y BacoLor el 29 y el Gral. Peña me telegrafió pidiendo el relevo del Regto. Nº 74 por las muchas deserciones que en él ocurrían y el día 30 participó sostenía fuego en Bincacayan y tenían cortadas sus comunicaciones con Bacolor e Inues. De tal modo y con tal rapidez creció la insurrección en 48 horas, levantándose en armas toda la provincia de Cavite. Antes de esto y a fin de no abandonar dicha provincia dejándola a los insurrectos ordené a dicho General el 28 se defendiesen tenazmente los puntos más Importantes que tenía ocupados, autorizándole para que en último extremo reconcentrase su fuerza y se retirara sobre el Zapote y el 30 ordené llevase a cabo inmediatamente la concentración en una sola columna, pero no recibió mi orden, o no pudo cumplimentarla.


El 29 reforcé los destacamentos de la línea de Zapote, mandada por el Coronel D. Victoriano Pintos y en vista de la noticia del ataque a Imus, mandé enseguida organizar con la poca fuerza disponible una columna al mando del Teniente Coronel D. Nicolás Soro, que marchó en auxilio de Imus, pero no pudo llegar por la resistencia que le hizo el enemigo en el paso del río, donde libró recio combate sin poder forzar el paso por las fuertes posiciones que ocupaban los insurrectos.


El día 30 para conservar la comunicación con esta Capital ordené a las Milicias de Pio del Pilar ocupasen Malivay y Pineda y se formó otra columna al mando del Teniente Coronel D. Manuel Hernández para reforzar las tropas que defendían la orilla derecha de la susodicha línea que había que sostener, atacada ya por los insurrectos a los que se unían numerosos desertores del Tercio Anda-Salazar, mermado por esta causa en sus tres cuartas partes quedando cortadas desde este día la comunicaciones con toda la provincia de Cavite, sin disponer para organizar una fuerte columna que forzando el paso del Zapote pudiera pasar a dicha provincia para prestar auxilio a los destacamentos que atacados y sitiados por numerosas fuerzas y artillería, fueron cayendo en poder del enemigo agotados los medios de defensa y todos los recursos.


Expuestas quedan las críticas circunstancias a que me reducían la carencia de tropas y la deslealtad de los filipinos arrastrados nuevamente a la insurrección por la acción personal de Aguinaldo cuando por España se les ofrecían halagüeñas reformas. Las noticias que recibía de las demás provincias acusaban también un estado general de agitación, respondiendo al llamamiento de Aguinaldo y las personas que por sus ofrecimientos y manifestaciones deslealtad, parecían ser mas dignos de confianza se ocultaban o se pasaban vergonzosamente al enemigo con las fuerzas armadas como Milicias.


La presencia de aquel, simultáneamente en todas las provincias centrales de Luzón y en la orilla izquierda del Zapote no me permitía ya, ni esperar ni enviar refuerzos de que no disponía, sin poder contar con las fuerzas de los Generales Peña y Monet, cortadas y atacadas, no pudiendo reunirlos ni abrirse paso para venir a esta capital según les ordené.


Urgía defender a todo trance la línea de Zapote para impedir la entrada del enemigo en esta provincia y con este fin dispuse el 31 que el Coronel Lasala se hiciese cargo del mando de los destacamentos situados en la margen de la Laguna de Bay, que le previne concentrarse y desde Muntinlupa constituyese una línea defensiva hasta ponerse en contacto con las fuerzas del Coronel Pintos, dejando una columna para acudir a donde fuere preciso.


El enemigo se iba aproximando en gran número y bien ordenado para poner cerco a esta plaza y ante la posibilidad de un ataque combinado por mar y tierra distribuí las fuerzas de que podía disponer en la forma que se expresa en el adjunto estado nº14 y al mismo tiempo dispuse se retirase la columna Soro para tenerla aquí disponible, dando orden al Teniente Coronel Hernández para que no abandonase Parañaque hasta que llegase allí Pio del Pilar, el cual al serle encomendada la defensa del puente del Zapote, me hizo saber ofrecía nuevamente su vida por España, a cuya promesa correspondió pasándose al enemigo el día 5 siendo hoy uno de los que mandan las líneas que cercan esta plaza. Sirva a V.E. este caso concreto, para apreciar la conducta seguida en estas circunstancias por los cabecillas y Jefes de las Milicias que tantas promesas de lealtad y adhesión hicieron a favor de España.

JUNIO

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El día 2 de Junio quedaron cortadas todas las comunicaciones de Manila con el resto de la Isla según participé a V.E. en mi telegrama del día 3, viéndome así limitado a no poder contar con más fuerzas que las existentes en esta Capital, en la que no había tenido tiempo material de concentrar la demás de Luzón, no obstante las órdenes dadas al efecto, por lo diseminadas y mezcladas que estaban en numerosos pero reducidos destacamentos por todas las provincias a grandes distancias, según el plan de ocupación de mi anterior.

Habiéndome manifestado el Coronel Lasala que Muntinlupa estaba rodeado por el enemigo que se presentaba muy numerosos y temía verse envuelto y cortado en su retirada, le autoricé el día 3 para que se retirase sobre Taguy, desde donde sufriendo un nuevo y fuerte ataque de los insurrectos, tuvo que continuar la retirada hasta el pueblo de Santa Ana. El día 5 no pudiendo ya sostenerse el Coronel Pintos en la orilla del Zapote, emprendió la retirada auxiliado por la columna Hernández y entonces se pasó al enemigo Pio del Pilar con toda su fuerza.


Desde dicho día 5 empezó el riguroso sitio de esta plaza por los insurrectos, pues fuera de los puntos avanzados de Santa Ana y Calocan, desde donde se hallaba la fuerza que pudo concentrarse del Batallón de Guías, al mando de su Coronel D. Fernando Carbó, y San Juan del Monte y Santolán que a toda costa era preciso guardar por estar allí los polvorines y las máquinas y depósitos de las aguas que surten a Manila, estaba limitado el terreno de los alrededores de ésta plaza, no ocupada por insurrectos, por la línea de blokaus que según he tenido el honor de manifestar a V.E. al principio de esta memoria, circunda la capital como línea de defensa que preparó mi antecesor para evitar en ella una algarada por sorpresa, con objeto de producir alarma; pero esta línea de blokaus sin enlace ni comunicación directa uno con otro, era sumamente débil para resistir el empuje y ataque de una insurrección armada y he tenido que reforzarla con numerosas y fuertes trincheras en los intervalos y otras obras de defensa, en los que sin descanso se viene trabajando desde entonces, para construir una especie de campo atrincherado que defienda la entrada del enemigo y su ataque a la plaza.

Hasta ahora con grandes trabajos y esfuerzos se ha conseguido, no obstante la superioridad del número de insurrectos cuyos rudos y constantes ataques para atravesarla están rechazando mis tropas con gran valor y entusiasmo pero con fuertes penalidades, sufriendo en las trincheras el fuego enemigo y los rudos temporales de aguas sin contar con fuerzas para el relevo de  este constante servicio, ni tropas de reserva para rechazar los ataques que pueda concentrar aquel en algún punto de línea tan extensa, rodeada toda y sitiada por los insurrectos.


La zona que comprende esta línea de blokaus que se detalla en el plano adjunto, la he dividido en tres sectores a las órdenes de los Generales Palacios, Arizmendi y Rizo estos últimos comandantes Generales de Ingenieros y Artillería por carecer también de Generales para encomendarles estos mandos, que no obstante desempeñan con gran pericia y bizarría. Es ya considerada por todos como notable y hasta heroica la defensa y resistencia del sitio puesto a esta plaza por mar y tierra hace 3 meses, sin que el enemigo consiga ocuparla, mereciendo especial elogio y recompensa el servicio que se está prestando a la Patria y el mérito contraído por todos los individuos del Ejército y Voluntarios de esta guarnición, que no puedo menos de recomendar a la munificencia del Gobierno de su S.M.


Por confidencia, supe el día 8 que en Calumpit estaban defendiéndose 200 hombres del Batallón de Guías y que cerca de dicho sitio se creía estaban también batiéndose fuerzas del General Monet lo cual parecía consentir alguna esperanza de si en cumplimiento de las ordenes terminantes que le había comunicado los días 3 y 7 para incorporarse, podría llevarlo a cabo, pero el 11 tuve noticia de que el destacamento de Calumpit se había rendido y desconfiando ya de que le fuese posible cumplir aquella, traté de hacer llegar a su poder nueva orden que ha manifestado no recibió, para que concentrando como le tenía prevenido todos los destacamentos posibles se sostuviesen en sus posiciones Ínterin llegaba el momento de que los insurrectos atacasen con empeño a Calvocun aprovechando entonces la ocasión de poder con más facilidad romper el cerco y realizar su incorporación.


El 12 se sublevó parte de una compañía de Voluntarios de la Pampaga que estaban en la trinchera y huyeron al campo enemigo dejando herido al oficial que los mandaba.


El día 13 hicieron lo propio 40 carabineros indígenas que estaban en Bitax dejando también mal herido a su oficial. Estos hechos ocurridos ambos en el tercer sector obligaban a reforzar sus fuerzas con gente que ofreciese confianza por lo que habiéndome manifestado el Coronel Carbó, que según queda dicho se hallaba en Caolocan, no podría sostenerse en aquel punto si se desprendía de los 200 hombres que se estimaban precisos para atender a la referida necesidad, le autoricé el13 para retirarse, lo cual llevó a cabo quedando con su fuerza del Batallón de Guías a las órdenes del General Palacios, Jefe de aquel sector.


Mis cablegramas de los días 8 y 13 exponían ya claramente a V.E. lo crítico de la situación de esta plaza.
Necesitado de utilizar las tropas indígenas no obstante las frecuentes deserciones, por la escasez de peninsulares, estaba pendiente de cualquier traición por parte de aquellas y al mismo tiempo que se las vigilaba era preciso defenderse constantemente de los ataques de los insurrectos que no cesaban en su propósito de romper la línea cuyas defensas seguían  al propio tiempo aumentándose con nuevas obras de enlace y enfilada. El día 14 se descubrió otra conspiración del resto de los voluntarios de la Pampanga para asesinar a sus Jefes, lo que me obligó a desarmar a todos según había ya hecho con los Carabineros.


Estos sucesos produjeron un estado de alarma en la opinión, a cuya tranquilidad érame preciso atender. El temor a la crueldad con que en otras ocasiones trataron los insurrectos a nuestros prisioneros y los asesinatos de que fueron víctimas algunas familias peninsulares, daba lugar a que no se tuviese confianza en las promesas que se aseguraba había hecho Aguinaldo en el sentido de regularizar la guerra y no me permitía prohibir a los que lo deseaban, ampararse dentro de la Ciudad Murada ante la eventualidad de que franqueasen los insurrectos la línea exterior invadiendo los arrabales de esta capital. Por la misma causa, a petición del Inspector de Sanidad Militar y súplica de los heridos, enfermos y vecinos que preferían sufrir el bombardeo a exponerse a los desmanes y asesinatos que esperaban de los insurrectos y “taos”, tuve que trasladar el día 11 a Intramuros todos los hospitales militares que había establecido en las afueras desde la amenaza y temor de bombardeo, cuyo peligro siempre pendiente se hacía mucho mayor en sus consecuencias después de haberse aglomerado dentro del recinto tantos elementos perjudiciales para la defensa y en estas deplorables condiciones se encuentra la ciudad murada, según participé a V.E.


El día 14 recibí un parte del General Monet diciendo que no se le había podido incorporar fuerza alguna y se hallaba en San Fernando con unos 700 hombres, 50 heridos y muchas familias peninsulares, cuya impedimenta trataría de dejar en Macabebe, procurando por todos los medios posibles incorporarse. Según supe después, este General que se hallaba cuando el alzamiento en San Fernando de la Pampanga, al tener noticia de que estaba cortada la línea férrea, envió tropas que batieran al enemigo, el 31 de Mayo en Malolos y tomó el pueblo de Berasoain, pero tuvo que regresar a San Fernando, enviando otra columna para ponerse en comunicación con la provincia de Farlac en dirección de Ángeles cuyo pueblo tomó el bizarro Teniente Coronel Dujiols al cual ordenó a su regreso a San Fernando marchase a Bacolor para castigar a los insurrectos que allí había, lo que llevó a efecto el 4 de Junio tomando las trincheras en que se defendían y arrasando el pueblo. Obligado después el General por el crecimiento de la insurrección a no poder salir de San Fernando, se dedicó a fortificar dicho pueblo haciendo salidas para contener al enemigo hasta que recibiera mi orden de incorporárseme y no pudiendo sostenerse ya en dicho punto, salió en dirección a Macabebe a donde pudo llegar el 16 con su columna después de luchar con el enemigo que se opuso tenazmente a su paso por Santo Tomas y Minalin y una vez allí convencido de que por tierra no podía llegar a Manila, pues le sitiaban los insurrectos y no tenía municiones para resistir los ataques, se decidió a venir por el rio y esteros de la Pampanga, embarcando las tropas en barcas.


Efectivamente el 27 con gran sorpresa mía por no tener aviso llegó por la bahía y el rio Pasig a la Capitanía del Puerto, en una barca el General Monet con su estado Mayor y mi familia y la del Coronel de Voluntarios D. Eugenio Blanco y con el padre de este.
Al preguntar al General por su columna de la cual se había separado, no pude menos de censurarle el hecho así como la inconveniencia de venir con el Estado Mayor acompañando a dichos familiares, pues como militares y conocidos del enemigo los comprometían en vez de protegerlos, si durante el trayecto los encontraban, pues siendo mujeres y niños venían mas seguros como querían y se lo expusieron con solo el padre Blanco conocedor del país. Aunque me expresó que sus tropas habían embarcado en cascos y llegarían poco después, no sucedió así cayendo prisioneros, por lo que dispuse se instruyese causa al General Monet por abandono de la fuerza sin mi autorización.


Del resto de las fuerzas destacadas en las demás provincias no tuve ninguna noticia directa. Tal era la absoluta incomunicación pero no pudieron replegarse ni incorporarse en la columna del General Monet. Sólo recibí un parte del Teniente Coronel Ceballos que me decía se encontraba también rodeado de insurrectos y se había refugiado en Dayupan con 250 hombres por considerar más posibles desde dicho punto las comunicaciones con Manila.
En la noche del mismo día 27 llegó también al puerto sin novedad y procedente de Macabebe el Vapor mercante Mendez Nuñez con bandera cruz roja conduciendo heridos, enfermos y familias peninsulares con los cuales querían venir las dos citadas, pero el General Monet se empeñó en acompañarles, saliendo antes que sus tropas que  al fin no llegaron.


El día 29 entró en bahía por el mismo camino con bandera de parlamento el cañonero Leyte que venía de Macabebe, el cual fue apresado y lo condujo a Cavite un barco Americano, causándome gran sorpresa la rendición de este cañonero realizada muy cerca del puerto en el que pudo entrar. En dicho cañonero, según supe después venían los Jefes y Oficiales de las tropas del General Monet exceptuando el Teniente Coronel Dujiols, que quedó mandándolas.


El 30 llegó en un bote este Jefe con el comandante del cañonero Arayat y me manifestó que el jefe del Leyte que remolcaba los cascos en los que venían las tropas al salir a bahía les había dicho que no pudiendo por el estado del mar continuar el remolque, tenía que adelantarse para venir a buscar elementos con qué prestarles auxilio, pero regresaría dentro de unas 7 horas. Habiendo sido abandonadas las tropas por esta causa y con dicho propósito y transcurrido el plazo con exceso y sin que nadie volviera a socorrerlos hallándose la fuerza sin víveres y a punto de perecer a merced de las olas, se decidió a venir en un bote a pedir auxilio para los soldados. Inmediatamente la salida furtiva de un vapor mercante con los víveres y socorros de que podía disponer, pero no llegaron a tiempo pues las corrientes del mar llevarían las barcas con las tropas hacia los esteros de Bulacan y en Hagonoy cayeron prisioneros de los insurrectos al desembarcar, después de sufrir grandes peligros y penalidades.

Los partes cuyas copias son adjuntas nº15,16 y 17 dados respectivamente por el General Monet a quien pedí explicaciones del abandono de sus soldados, del Teniente Coronel Dujiols y del capitán que quedó mandándolos al venir éste último Jefe, servirán para que V.E. conozca detalladamente esta lamentable retirada, por la cual he ordenado la formación de causa. De estos sucesos di cuenta a V.E. en mis cablegramas de los días 23, 26 y 29 de Junio y 9 de Julio.


En la provincia de Cavite se apreciaban los triunfos de los insurrectos por la bandera de estos izada en los pueblos que desde esta capital se distinguen y según he sabido por confidencias, la insurrección se alzó potentísima desde el 28 de Mayo pasándose al enemigo las fuerzas regulares y oficiales indígenas así como las Milicias y algunas clases y soldados peninsulares y sitiando los destacamentos los iban rindiendo por falta de víveres y municiones haciéndolos prisioneros y llevándolos a Cavite donde se hallaban todos los de la provincia, sin que desde el día 30 de Mayo haya vuelto a tener ninguna noticia directa del General Peña y tropas a sus órdenes. En estos días no he tenido más partes o noticias del interior que una cifrada del Gobernador de la Caguna pidiendo auxilio y manifestando que desde el 4 de Junio estaba cercada aquella capital y atacada con fuego de cañón y fusilería: las triadas por un barco de guerra alemán de Isabela de Luzón, Nueva Ecija y Nueva Vizcaya, exponiendo el desarrollo de la insurrección en aquellas provincias y la comunicada por el Cónsul de Hong Kong manifestándome que el 24 de Junio había sido atacada la cabecera de la Unión por miles de rebeldes.


Todas estas noticias Excmo. Sr. Me disgustaban tanto más cuanto que imposibilitado de poder disponer de fuerzas que enviar para socorro, en razón no sólo a la falta de éstas, pues a duras penas puedo atender con las que tengo a la defensa de la línea exterior de esta capital, sino de la imposibilidad de abrirme paso a través del enemigo las que enviase, según ocurrió a las columnas Soro y Hernandez en los primeros combates cuando mandada la de Soro en auxilio de los defensores de Imus y la 2ª para apoyar a los del rio Zapote tuvieron que retirarse sufriendo grandes pérdidas sin poder franquear estas líneas.


En esta situación y con gran amargura veo que todos los heroicos esfuerzos y resistencia que hacen los destacamentos son inútiles, no pudiendo recibir los auxilios indispensables y poco a poco van cayendo prisioneros del enemigo las tropas peninsulares y escasas leales indígenas de los destacamentos, sin que me sea posible hacer nada en su favor y socorro, privado como me encuentro de tropas y recursos para poder ir en su auxilio y romper las líneas del enemigo que ocupando las provincias de Luzón insurreccionadas y bien armadas, han impedido por la explosión simultánea del levantamiento del país, la reunión y repliegue de dichos destacamentos y los que han podido verificarlo en las cabeceras, han sido allí también cercados y sitiados, sosteniendo heroica defensa, pero al falta de provisiones de boca y guerra les obliga a rendirse y caer prisioneros. Por la incomunicación absoluta que como dejo consignado he tenido desde un principio con las provincias, cercado y bloqueado en esta plaza, no he podido recibir aun avisos ni partes detallados de los hechos que han ocurrido, no obstante los muchos emisarios enviados y procurando espionaje. Solo por algún parte o noticia confidencial más o menos atendible ha llegado a mi conocimiento algo de lo que expongo.


El cablegrama de V.E. fecha 10 de Junio recibido el 21 me participaba según me anunció ya el de 15 de Mayo, se estaban organizando urgentemente refuerzos de mar y tierra para venir en auxilio de esta plaza y puede decirse que desde aquel momento, divulgada la noticia y también por los periódicos extranjeros, la esperanza de la llegada de la escuadra Cámara y refuerzos han venido sosteniendo el ánimo muy decaído de este vecindario y el entusiasmo y buen espíritu de las tropas que a pesar de las lluvias de la estación no han pasado un solo día sin sostener violentos y victoriosos combates en la línea exterior, sufriendo con gran patriotismo todo genero de penalidades, fortalecidos como yo con la esperanza del triunfo por l próxima llegada de los refuerzos indicados, que todos esperaban con impaciencia.

Siguiendo la narración de los sucesos ocurridos en el sitio de esta plaza, el día 30 de Junio se llevó a cabo una operación ofensiva sobre Sntolan para reconocer las máquinas elevadoras de agua y después de haber tomado las trincheras que allí tenía el enemigo y en vista de que aquellas no podían seguir funcionando, se retiró el destacamento que había en el pueblo causando en este combate numerosas bajas a los insurrectos pero quedando esta capital reducida para lo sucesivo a no poder contar con mas agua potable que la llovediza y la conservada en los aljibes.

JULIO

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El 1º de Julio llegaron 3 barcos Americanos escoltados por un crucero de guerra, conduciendo tropas que desembarcaron en Cavite en número aproximado de unos 2.500 y artillería. Según noticias, al pasar esta expedición por las Marianas se apoderaron de la capital izando la bandera Americana y nombrando Gobernador, cogieron prisionero al que desempeñaba el cargo y su guarnición que con el capitán del puerto trajeron a Cavite.


Los días 3 y 4 en previsión de tener que replegar las fuerzas avanzadas, se evacuaron los polvorines de San Francisco y San Juan del Monte y tanto estos días como los anteriores y siguientes hasta el 30 de Julio, se atacó por los insurrectos con más o menos intensidad y especialmente de noche, la línea exterior, distinguiéndose por la tenacidad y viveza del ataque, los que tuvieron lugar los días 4, 6, 11 y 14.

El combate del 6 fue promovido para auxiliar la deserción que llevaron a cabo las Milicias de Montalván que prestaban sus servicios en las trincheras de Santa Ana, permaneciendo únicamente en su puesto el Jefe que los mandaba D.Licerio Gerónimo acompañado de unos pocos leales, empeñándose con este motivo un nutrido fuego en el que parece se causaron al enemigo, que fue rechazado, mas de 400 bajas de las que fueron victimas principalmente los dichos desertores al huir delas trincheras. En el del día 14 el ímpetu de los insurrectos les permitió llegar por la noche al amparo de un fuerte aguacero hasta 20 metros de las trincheras de San Juan del Monte que ya habían atacado infructuosamente los días 9 y 11 y se les izo retroceder con numerosas pérdidas.

El día 16 con motivo del continuo ataque de los insurrectos muy vivo aquel día se vio que además de las piezas de pequeño calibre que ya tenían emplazadas contra nuestras trincheras, habían montado en la parte Tardo o sea contra el tercer sector, 3 cañones de 16 cm. Con cuyos fuegos podían destruir en breve plazo nuestros débiles blokaus.


También montaron piezas de 14 y de 9 cm. Por la parte de Malibay, primer sector, y haciendo fuego sobre la población cayeron en ella varias granadas y en la ciudad murada produciendo gran alarma pero sin ocasionar víctimas, no así una que cayo de noche en el cuartel de la Luneta que mató 8 soldados en el dormitorio donde hizo explosión, pero tanto esta pieza de 14 cm. Como la de tardo fueron desmontadas por muestra certera artillería.

El 17 continúo el incesante ataque y hallándose muy comprometida una trinchera avanzada de Santa Ana, se evacuó el 22 produciéndose con este motivo un reñidísimo combate durante el cual llegó el enemigo a escasa distancia de nuestras tropas, siendo por fin rechazados por estas con numerosas bajas y herido su Jefe al desleal Pio del Pilar. Este ataque y el llevado a cabo sobre la referida posición el 26 por la noche, reanudado por 3 veces y los realizados el 27 y 28 sobre San Juan del Monte y línea de blokaus del 12 al 15, son los mas vivos de los ocurridos últimamente sin contar el tiroteo que ha sido constante en casi toda la línea.


Con estas victorias y la seguridad de que ya venía la escuadra Cámara ay refuerzos, según me participó V.E. en sus cablegramas del 10 y 17 de Junio y 3 de Julio, aumentaba la confianza de las tropas en sus medios de resistencia y se abatía el ánimo del enemigo conforme manifesté a V.E. en mi telegrama del día 14, pero las bajas producidas mas que por el fuego de los insurrectos por las enfermedades consiguientes a tantos días de sufrir constantes lluvias sin poder abandonar la línea cuyas fuerzas no podía ni puedo relevar, era un repetido aviso de la imposibilidad de sostener largo tiempo tan crítica situación.


En mi cablegrama del día 18 daba a V.E. noticias explícitas del estado de Manila. En este día empezaron los Americanos a desembarcar fuerzas entre Parañaque y las Piñas estableciendo allí un campamento en preparación del ataque que proyectaban a esta plaza, esperando sólo la llegada de la 3ª expedición mandada por el General Merrit, para verificarlo, y según mis confidencias, llevaran a cabo por Malate y Tondo apoyados por el fuego de la escuadra.


El mismo día 18 recibí telegrama de V.E. del día 10 manifestándome la orden dada a la Escuadra Cámara de regresar a la Península con objeto de facilitar negociaciones de paz.


La retirada de esta escuadra y refuerzos única esperanza de salvación, no obstante el fin que la motivaba, puede comprender V.E. el mal efecto que produjo especialmente en el vecindario, colonia española e indígenas afectos a España que lamentándose desde un principio del abandono por la Madre Patria, por más que les hacía comprender la imposibilidad o grandes dificultades que se presentaban para enviar auxilios, no obstante los buenos deseos del Gobierno, no podrán resignarse a sufrir las fatales consecuencias en que se hallaba la plaza hacía tanto tiempo, después delas privaciones y penalidades de tan largo sitio, si al menos no viniese una suspensión de hostilidades con los EEUU seguidamente y como no venía juzgaban ya perdida toda esperanza teniendo que sucumbir así como la soberanía de España en estas Islas.


Esta impresión que no podía evitar y visto el estado de ánimos y publica opinión, motivaron mi referido telegrama nº15 de 18 de Julio pues aunque resuelto a afrontar todas las consecuencias y defender esta Plaza y la Soberanía hasta último extremo, como lo hubiera verificado y justifica el haber rechazado todas las intimaciones y proposiciones que me habían hecho los Americanos y el Jefe Insurrecto Aguinaldo, enviándome emisarios a los que no quise ver, no podía sin embargo aceptar las responsabilidades de un fatal desenlace o una alteración del orden, por oponerse a mis propósitos de resistir, cuando por mi parte había hecho hasta ahora todo lo posible consiguiendo levantar los ánimos, conservar el buen espíritu de las tropas y sostener heroica defensa y la posesión de la plaza hacía 3 meses, según me recomendaba el Gobierno, sufriendo las privaciones y falta de víveres, las quejas y lamentaciones de un bombardeo inevitable, que hubiera sufrido no obstante las numerosas victimas que había de ocasionar, por hallarme resuelto a sucumbir dejando bien puesto el honor de las armas y de nuestra bandera, si bien protestando de las responsabilidades que pudieran exigirme, después de todo lo que había hecho y manifestado al Gobierno.


Fue el pago de éstos el cablegrama del 24 de Julio recibido por mí en Manila el 4 de Agosto disponiendo entregase el mando al General 2º Cabo.


¡Así fueron premiados los servicios a un General que durante tres meses sostuvo la Plazas de Manila contra una insurrección general del País contra el Ejercito Norteamericano y su Escuadra estando además bloqueado totalmente por mar y tierra!


Desembarcadas en Perañaque tropas americanas en número de 8.000 hombres y 32 piezas de artillería constituyendo dos brigadas a la ordenes de los generales Ottis y Green, estuvieron allí acampadas y en instrucción hasta que en la noche del 31 de Julio al romperse el fuego por el enemigo contra el primer sector en la línea de blokaus desde el 12 hasta el fuerte de San Antonio, noté que aquel era muy nutrido y distinto del de los insurrectos. Efectivamente el ataque lo verificaban los americanos que se habían encargado de aquella línea comprendiendo que los insurrectos no podían, después de dos meses de ataque, romper y atravesar.

En el referido fuego emplearon ametralladoras, siendo muy recio y nutrido, pero al querer asaltar nuestras trincheras el mortífero fuego de nuestras tropas y el del cañón del fuerte de San Antonio les ocasionó tantas bajas que tuvieron que retroceder con grandes pérdidas, relevándose las fuerzas enemigas en número de 3.000 hombres que cubrían las trincheras, por otras que vinieron del campamento de Parañaque.

 

AGOSTO

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A la noche siguiente y sobre todo en la del día 2 de Agosto repitieron el ataque con fuego de cañón y fusil, pero desmontada una de las piezas fueron también rechazados con pérdidas y muerte de algunos oficiales, sufriendo tan duro escarmiento que en las dos noches siguientes permanecieron inactivos, enterándome después de la decadencia moral de los Americanos que como los insurrectos no conseguían tomar nuestras sencillas trincheras y atravesar una línea defendida por pechos españoles para entrar en la Plaza de Manila.


Llegado el General Merrit con la 3ª expedición y un monitor, verificó un reconocimiento de nuestras posiciones y línea exterior y según parece se desistió del ataque a la plaza por las dos alas, reuniendo todas las fuerzas sobre la derecha para caer sobre Malate y según confidencias dijo que sin el auxilio de la escuadra había de costar muchas bajas romper nuestra línea exterior para tomar la plaza que con gran valor defendían los españoles.


En este estado de cosas, del elevado espíritu de nuestras tropas y del decaimiento de las enemigas por las derrotas y bajas sufridas tanto los insurrectos como los Americanos entregué el mando el día 5 según disposición del Gobierno, al General Fermín Jáudenes 2º Cabo, no obstante de que la Junta de Autoridades opinó que en tan críticas circunstancias, después de lo realizado y conseguido por mi en tres meses , debía por lo menos aplazarse este cumplimiento consultando al Gobierno por la especialidad del caso, pero la orden era terminante.


Los sucesos desgraciados ocurridos después, en los que no tuve ninguna intervención, si bien presencié como soldado, no me corresponde narrarlos.


Debido a mis desvelos y a los auxilios que me prestaron con todo celo la mayor parte de los Generales, Jefes, Oficiales, Soldados, Marinos y Voluntarios, así como también la parte mas sana de la Colonia Española, pude dejar la Plaza provista de municiones y vituallas para subsistir algún tiempo; los hospitales bien organizadas; los servicios en orden y el ánimo de casi todos firme y dispuesto a sufrir aún mas por la Patria.


En estos últimos días no tuve más noticias del interior que una cifrada del Gobernador de la Laguna pidiendo auxilios y manifestando que desde el día 4 de Junio estaba cercado en aquella Capital y atacado con fuego de cañón y fusilería. Las traídas por un buque de guerra extranjero de Isabela de Luzón, Nueva Écija y Nueva Vizcaya exponiendo el desarrollo de la insurrección en aquellas provincias. Y la comunicada por el Cónsul de Hong-Kong de que el 24 de Junio había sido atacada la cabecera de la Unión por unos miles de rebeldes.


Todas estas noticias me desagradaban tanto más por no poder socorrerlos ya que como queda dicho no disponía de la necesaria fuerza para dar un descanso a la que durante tres meses seguía en las trincheras de la línea exterior de Manila sin otra salida que el hospital o cementerio y además porque las Columnas de socorro no hubieran podido abrirse paso a través del enemigo como ocurrió con las de Soro y Hernández cuando salieron en auxilio de los defensores de Imus y del Rio Zapote.


En esta situación vi con amargura que todos los heroicos esfuerzos y resistencia que hicieron los Destacamentos fueron inútiles no pudiendo recibir los auxilios indispensables y poco a poco fueron cayendo prisioneros del enemigo las tropas peninsulares y escasos leales indígenas. La explosión simultanea del levantamiento de todo el país, impidió la reunión y repliegue de los Destacamentos y los que pudieron hacerlo en las Cabeceras fueron allí también cercados y sitiados, resistiendo hasta que la carencia de provisiones les obligó a caer prisioneros.


Por la incomunicación que desde el principio tuve con las Provincias al hallarme bloqueado en Manila no pude recibir avisos ni partes detallados del os hechos que ocurrieron no obstante los muchos emisarios enviados y espionajes que procuré organizar y sólo por alguna noticia confidencial más o menos atendible conseguí llegar a un conocimiento aproximado de la situación general del País.


Dispuesto por el Gobierno de S.M. según cablegrama del 24 de Julio recibido el 4 de agosto entregase los Mandos de Gobernador General, Capitán General y General en Jefe del Archipiélago al General Sr. Jáudenes mi 2º Cabo, di con gran amargura cumplimiento a dicho acuerdo el día 5 teniendo en cuenta está dentro del as facultades del Gobierno pero do según participé en cablegrama del mismo día 4 de verme dimitido frente al enemigo en Plaza bloqueada y sitiada.


Estos son sucintamente relatados los hechos principales acaecidos durante el turbulento periodo de mi Mando en Filipinas.
La Memoria entregada oficialmente en el Ministerio dela Guerra amplía lo aquí consignado con documentación demostrativa de los hechos.


Antes de terminar séame permitido dedicar un recuerdo de gratitud y la expresión sincera de entusiasmo a todos los heroicos defensores de Filipinas y de Manila que no escasearon su sangre, ni sus desvelos hasta el día 5 de agosto de 1898 en que entregué dolorosamente el Mando del Archipiélago rindiendo homenaje a la obediencia principio sagrado de todo buen militar

Dando término a esta Memoria con la interior satisfacción de haber prestado un gran servicio a mi patria conservando la plaza de Manila y sus barrios después de tres meses de bloqueo y sitio y según los deseos del Gobierno, no obstante la falta de tropas, auxilio y recursos de todo género de que carecí desde un principio y reclamé en telegrama del 15 de Abril tan luego me encargue del mando del Archipiélago.


Manila 13 de Agosto de 1898
El Teniente General
Fdo. Basilio Augustin

 

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